miércoles, 29 de octubre de 2008

Dioses

(Dirigida por Josué Méndez – Perú 2008)

¿Y los chicos qué piensan?
- Ellos nunca piensan nada

Diego (Sergio Gjurinovic) mira como baila su hermana Andrea (Anahí de Cárdenas). Una música trance se desliza por nuestros oídos, ella esta ahí con su espalda flaca y bronceada. Un flaco se le acerca y le pone el cuerpo cerca, otro flaco se acerca repite lo que hizo el anterior pero le añade un chape en la boca. Al rato este flaco se va con Andrea a seguir chapando por ahí, Diego los sigue. Alcanza a decirle que eso de andar con un huevón y otro huevón la va joder. A ella sencillamente le llega al pincho (ni siquiera lo tiene pero igual le llega altamente).

Ya es de día y Agustín (Edgar Saba), padre de Diego y Andrea, les presenta a sus hijos a su nueva novia Elisa (Maricielo Effio). La muchacha en cuestión es una chica hija de familias que vinieron de la Sierra a forjarse un futuro en Lima. Andrea lo primero que hace es burlarse de la cholita que ha traído su padre, luego con su hermano se derraman todo el desayuno en sus cuerpos, una manera de jugar que impacta a los ojos de Elisa.

Cambia esa cara de deprimido, siempre estas como huevón.

Diego se ha enamorado de su hermana, le gusta olerle los pies, las piernas. Aprovecha las noches de interminables fiestas frente al mar para así resaqueada, desvestirla, observarla, olerla, palparla. El rostro de Diego se transforma cuando la toca, emite unos ruidos extraños, su boca tiembla, sus ojos se desorbitan. Tiene un sentimiento de culpa terrible que lo invade. Pero ¿Qué sentimiento es ese? ¿Qué pasa con ese muchacho?. Algo le ocurre, que a la hora de proyección nos enteraremos de qué se trata y nos sorprenderá.

Una vez más el cine peruano nos sorprende gratamente con una historia sobre el orgullo, la vanidad de vanidades, el egoísmo, el desprecio, el roche (vergüenza), las apariencias que engañan, las mentiras, los prejuicios, el machismo (cuando Agustín le muestra la fábrica a Diego y le dice: Acá el que piensa es hombre), el dejarse pisar, el ser pisado, el tolerar y no reclamar, la huequedad del cerebro de algunos, el racismo, ser cholo en un país de cholos y ser pituco en un país de cholos.

El Océano Pacífico visto desde las playas del Sur de Lima está sensacional, la fotografía está buenísima (ojo con las escena de Saba mirando el mar en un atardecer y conversando con su empleada).

En cuanto a actuación sorprende que además del actor Sergio Gjurinovic, la otra buena participación recae en Anahí de Cárdenas. Se le ve tan natural en su rol, como si se interpretara a si misma (una cualidad especial en el Perú, con actores como Salvador Del Solar, a la cabeza). Los demás artistas de la cinta son viejos conocidos que cumplen con darle el equilibrio a estas dos nuevas promesas del cine peruano.

En el cine la gente va en grupos de amigos, en medio de pop corn y chicha morada, se ríen con la película durante una hora, los restantes 30 minutos guardan silencio. En el último minuto de la película hacen ruido, silban, quieren ver más.

Ojo (u oído) con la música de la escena final.

Escenas para recordar:

1. Diego viaja en un microbús, en medio de cholos con los brazos levantados y todo su sudor de sus alas, hay que ver como huelen. Lo peor es que él es un especialista en eso de oler.
2. Diego observa como quedan todos los pitucos desparramados luego de la primera fiesta al inicio de la película.
3. Elisa se aprende de memoria libros sobre plantas, dioses, para luego poder quedar bien con las charlas de sus nuevas amigas pitucas.
4. Elisa recita frente al espejo como hablar como una señorita “pituca”.
5. Elisa tiene un sueño donde a su madre y a su abuela (vestida de paisana) la presenta como las nuevas sirvientas a su pituco marido. Luego, la abuela le da un bofetadón por tamaña ofensa.
Esta escena es una de las mejores del cine peruano. Es que los limeños son de tantas apariencias, no solamente los pitucos, la clase media e inclusive los mismos pobres. Si, los mismos pobres tienen vergüenza también, el “que diran” les come la cabeza. No a todos, pero a una gran mayoría si.

Curiosidades y Datos para Lectores Extranjeros:

1. Aparece Magali Solier, la recordada actriz de la laureada “Madeinusa”. Interpreta a Inés, una de las empleadas de Agustín. Ojo con la escena en que un pituco quiere “algo más con ella”. Interrumpe en ese instante Diego y hace que no pase nada. Se da cuenta de que algo estaba ocurriendo y le dice a ella que se defienda, que no se haga la cojuda. En esa escena ella sólo repite una y otra vez: Si Dieguito, Si Dieguito……
2. Maricielo Effio cambia de aretes, según mis cálculos como unas 25 veces. Ojo que esos aretes la hacen ver muy guapa a esta deliciosa mujer. Y ojo también que son aretes con formas de la cultura Mochica. Esto ya parece promoción de la exquisita artesanía peruana, lo cual me parece excelente.
3. Aparece el actor argentino Diego Vicos. El niño que interpretaba al Colo en la serie de televisión Cebollitas, hoy ya joven interpreta a Michael, uno de los amigos del personaje principal de la película.

4.Pituco = Blanco con mucho dinero (Dato para lectores extranjeros)
5. Cholo = Mestizo hijo de blanco con indio (Dato para lectores extranjeros)
6. Chape = Beso con lengua (Dato para lectores extranjeros)
7. Flaco = Persona de contextura delgada (Dato para lectores extranjeros)
8. Cronos es un dios griego, padre de Zeus. Ojo este dato es para los que aun no ven la película.

Esta película es una radiografía de algunos sectores de la clase rica en el Perú.

sábado, 18 de octubre de 2008

Pasajeros

(Dirigida por Andrés Cotler – Perú 2008)


Estoy rodeado de gente de puta madre!!!!!!!!!!!

Pedro Hidalgo (Eduardo Cesti) es un anciano borracho que deambula por las calles de Lima. También se manda sus voladas en el distrito de La Victoria. En su pasado fue un pintor notable que se codeaba con la alta alcurnia de Lima, frecuentaba pintores pitucos con los que hablaba de las movidas culturales de Buenos Aires y París. Luego de tanta charla se iban al Jirón Huatica y tenían sexo con prostitutas francesas. Pedro de sólo recordar esos días, le brillan los ojos.

Un día un auto lo atropella, ese auto es conducido por Martín Ochoa (Marcello Rivera), también llamado Trucha por los conocidos, quien está acompañado por un amigo de la infancia llamado Jano Ramírez (Pietro Sibille). El viejo sufre alguno que otro rasguño y golpes, a Martín le conmueve lo ocurrido y no se olvida del rostro del viejo. Jano, por su parte, le llega totalmente el viejo y hasta lo tilda de loco.

Martín estudiaba en la Universidad, pero por la falta de dinero, la abandonó, se hizo un préstamo y se dedicó a trabajar como taxista. Por su parte Jano, acaba de salir de la cárcel, luego de cinco largos años donde le pasó de todo ahí dentro. Acaban de reencontrarse ambos y pretenden realizar el sueño de cuando ellos eran niños: viajar a los Estados Unidos. No es fácil, necesitan 10 mil dólares y lograr ese dinero haciendo taxi suena muy lejano. La única forma rápida sería meterse en algo ilegal, piensa Jano. En la cárcel Jano conoció a un tal Moro (Gilberto Torres) quien le había pasado un dato seguro de gente que podía ayudarlo a lograr sus sueños. Jano va donde un tal Guagua y el Mudo (Paul Ramírez), quienes son dos malandrines que planean varios golpes delincuenciales en Lima. Jano está dispuesto a todo por largarse del país. Martín en un inicio apoya a Jano, pero luego de ver muertos, heridos, sangre, decide quitarse y buscar ayuda para el anciano Pedro. Sin embargo, ser amigo de Jano le va traer muchos problemas.

Una cinta pesimista donde una vez más se toca el tema de que para tener éxito en la vida hay que irse del país. Y Estados Unidos, a criterio de muchos, es la mejor opción. Se olvidan que el Perú no sólo es Lima, por eso no ven más alternativas a sus ojos. Talento y espíritu de trabajo hay de sobra para construir un excelente país.

Lo resaltante de la película es la actuación y los parlamentos de Eduardo Cesti, en el papel del viejo pintor decepcionado de la vida, porque lo han olvidado, no se siente valorado y se mete fumadas en La Victoria con un grupo de drogadictos a los que llama Van Gogh, Cezanne y Picasso. Surrealista la escena en que, al joven Martín, le presenta a sus “amigos”, mientras dejan vacíos sus cigarrillos.

Mención aparte merece Pietro Sibille, le aporta tensión a la cinta. Lo malo es que se está haciendo repetitivo que siempre interprete en cine a personajes marginales, traumados. Comienza a cansar. Es un buen actor que sería interesante verlo en cine en otros roles. Tiene condiciones para hacerlo, alguna vez lo vi, a fines de los años 90, en la telenovela La Rica Vicky haciendo de mecánico despistado y estuvo bien.

Siete Semillas

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