Juliana

(Dirigida por Fernando Espinoza / Alejandro Legaspi – Perú 1988)

(Una realización del Grupo Chaski)

Juliana (Rosa Isabel Morfino) es una muchacha que trabaja en el cementerio regando las flores que la gente lleva a los difuntos, también limpia el exterior de los nichos. Le gusta escuchar radios de salsa. Tiene un padrastro al que lo mantienen las mujeres de la casa (o sea Juliana y su mamá). A Juliana le fastidia eso de estar como sirvienta, las cosas empeoran cuando su padrastro un día le da 27 correazos.

Juliana tiene un hermano al que llama Clavito, este trabaja en los microbuses cantando y ganandose alguito. Clavito forma parte de un grupo de chiquillos que trabajan para Don Pedro (el jefe) que además les da casa, quaker y pan popular para su alimentación. Juliana quiere largarse de su casa, esta harta de su padrastro, pero sabe que Don Pedro sólo acepta varones. Juliana no aguanta más, se mira al espejo y se corta el cabello. Se convierte en Julián. Así se convierte en la nueva incorporación del Grupo de chiquillos a cargo de Don Pedro. Le va bien pero nunca falta un soplón que pueda arruinar los sueños de Juliana, a menos que ella decida cambiar el final de la historia y escribir la suya propia. El final de la película en el barco es totalmente impredecible.

Ganadora de muchos premios, Juliana es la película que le sigue a Gregorio. A diferencia de su antecesora, esta es más simbólica y nos muestra la vida de los niños de la calle en la ciudad de Lima. Es interesante cuando los niños cuentan sus traumas ante las cámaras y también cuando hacen el juego de los sueños.

“Uno puede soñar lo que quiere, total la vida esta hecha de la misma tela con la que se hacen los sueños”.