“Dicen que la felicidad no existe, que es pura idea, pura ilusión.
Hasta hace unos meses yo pensaba lo mismo”
Estas palabras iniciales del capitán Percy Corzo echado en una
hamaca nos provocan intriga por conocer su historia. Él es policía encargado de
la comisaría del distrito de Palle, al norte del Perú. Un hombre bueno que
quiso ser abogado pero no lo logró.
Las culturas preincas (Moche y Chimú) que se desarrollaron en aquellos
lugares se destacaron, además de la orfebrería de oro y su artesanía realista,
porque eran pueblos guerreros y hacían sacrificios humanos.
En Palle se han producido 4 muertes con características similares:
el descabezamiento y los ojos arrancados. Percy y su gente están tras la pista
del degollador. El principal sospechoso es el profesor de historia Catalino
Pinto, experto en las culturas Moche y Chimú.
En esas circunstancias llega, al pueblo, una patóloga española que de inmediato se encarga de analizar las cabezas. Encuentra muchas cosas, las cuales comunica a Percy. Con la ayuda de ella, Percy logra tener indicios que Catalino Pinto
tiene el perfil de ser el asesino, pero este no quiere confesar y jura que él
no es el degollador. El Alcalde de la ciudad, Don Fausto Leyva, le exige a Percy
que se aclare todo, pero este último no utiliza los métodos adecuados para que el
profesor confiese la verdad, lo que es peor, se involucra sexualmente con la patóloga y
se enamora de ella, descuidando su trabajo. Le manifiesta su amor y es
rechazado porque ella piensa que no es bueno enamorarse.
Esa noche, un Percy dolido, espía a su "truncado amor" y descubre como tiene sexo con
el gigoló, hijo del Alcalde, Gino Leyva. Decepcionado de las mujeres, empezará
a convertirse en el hombre que nunca fue. Como dice Faura, su subordinado: “Nunca
se enamore tanto capitán, la gente cuando se pone así, hace cojudeces”.
Una
serie de nuevos sucesos alterarán nuevamente la paz del pueblo de Palle. El
final es inolvidable e impredecible.
Es la mejor película peruana que he visto, Francisco Lombardi nos
entrega una historia de suspenso a lo Hitchcock y de amor-pasión a lo Truffaut.
Lombardi, uno de los mejores directores cinematográficos de la
historia del cine peruano, acierta al escoger a José Luis Ruiz como el actor
principal que interpreta a Percy. Yo recuerdo haber visto en telenovelas a Ruiz
y en ellas siempre ha mostrado sus dotes de buen actor. Otro acierto son los
papeles de Ana Risueño como la patóloga, hasta yo me obsesionaría con ella. Diego Bertie en el papel de Gino Leyva se
encuentra sensacional, especialmente en la escena en la que su personaje conversa con Percy sobre la patóloga. Gianfranco Brero en el papel del profesor Catalino Pinto nos
otorga un acertado personaje misterioso, sudoroso y dudoso.
Lombardi tiene más aciertos: poner la música de suspenso en los
momentos claves de la historia, la luz medio oscura cuando enfocan al profesor
Catalino Pinto con sus lentes gruesos de anchas lunas, los colores de las
paredes de la casa de Percy, los boleros de fondo cuando Percy está anímicamente
decaído, los diálogos que sostienen Percy y la patóloga, primero cuando están desnudos
en la cama y ella come un melocotón y posteriormente en el momento que le exige
a Percy que le diga la verdad sobre lo que ha ocurrido realmente.
Escena para recordar: Una parte del diálogo entre
Percy y el casanova Gino
Percy: Dime, tú seguro ya barriste con
todas las hembras de Palle.
Gino: Je, je, je ……. Huy, si yo te
contara.
Percy: Cuenta, pues. Te escucho.
Gino: Las he tenido de todos los
sabores y colores. Y todas tienen su gracia …. Hasta las más feas. Si logras encontrar
el punto puedes pasar una noche de la puta madre con una federal. Total con
todas se puede hacer lo mismo.
Percy: Oye… pero, ¿nunca te has
enamorado de nadie?
Gino: ¿Para qué? ¡Que se enamoren los
cojudos!