sábado, 23 de julio de 2011

Yo perdí mi corazón en Lima

(Dirigida por Alberto Santana – Perú 1933)


Tú tienes todas las cosas que Dios hizo lindas en una mujer
el pelo, los ojos, la boca y ese cuerpecito de pura Raquel
tú eres más linda que Adriana y mucho mas linda que Sofía Loren
y más que todas mis novias y más que las novias que tuvo Gardel
cuando te miro bailando tan joven hermosa con ese vaivén
me incitas, me inquietas, me alocas
me hierves la sangre y me prendo también
(Querube)

Carmen llega a Lima, de la ciudad que viene nunca encontró el amor, espera encontrarlo en la gran ciudad. Sus primas la llevan a su residencia en el distrito de Miraflores, el distrito más romántico de las costas del Océano Pacífico. Lleno de jardines y playas, se respira amor en las calles.

Un día se asoman al balcón para observar la majestuosidad del mar. Dos amigos están caminando cerca de los acantilados, cuando uno de ellos le señala hacia la casa donde cuatro mujeres contemplan el atardecer. Oscar divisa a Carmen, sólo de mirarla, sabe que ella es para él, no va existir otra mujer nunca más para él.

Tras las presentaciones del caso, Oscar se lanza en pos de conquistar a Carmen. Sólo utiliza un recurso: el piropo. Su primer ataque es “Dios te hizo en el mundo para mi”. Ella mira hacia abajo, él sigue con más piropos. Le habla del amor y de su belleza.

Van al Parque de la Reserva, si, ese mismo que tiene magia por las tardes para los enamorados. Oscar la sigue llenando de piropos ese día y los días siguientes. Carmen ha encontrado el amor que tanto ansiaba en Lima. Sin embargo la guerra con un país vecino llega, y Oscar tiene que defender los colores de la patria. Carmen solloza y le jura a Oscar que si él muere, ella se hace monja. Él le responde que el amor no es para acabar su vida así, siempre hay oportunidades para volver a amar a otra persona. Llega la triste despedida, los besos que duelen y Oscar se va a luchar. Lo peor ocurre semana después cuando una carta comunica el fallecimiento del mismo. Murió como debe morir todo hombre, por sus ideales.

A Carmen sólo le queda un camino, al menos eso piensa ella, olvidándose de las palabras de Oscar.

La Filmoteca de la PUCP pasó anoche está cinta peruana tan antigua como poética y romántica. El piropo como método para resaltar la belleza de las personas es un tema interesante. En el caso de la película se nota una ingenuidad y a la vez pureza a la hora de buscar y encontrar el amor. Que tiempos aquellos donde el piropo era dado con propósitos elevados y la mujer lo recibía de la misma forma.

Hoy ya no es así y que pena. Recuerdo que hace muchos años, mi tío (que hoy tiene 95 años) me dijo que con las mujeres lo importante era piropearlas a todas porque ellas son de cristal. Yo le dije ¿cómo es eso de que son de cristal?. Él me respondió que no debían romperse nunca, las mujeres son para respetarse. Cuando iba a su librería observaba como piropeaba a todas las clientas, en las reuniones de familia hacia lo mismo, era increíble su capacidad de crear, inventar y decir piropos a discreción. Ninguna mujer se fastidiaba, todo lo contrario. Yo como buen cachorro joven, empecé a imitarlo y también me fue bien …. hasta el día en que llegue a un trabajo (hace pocos años) y como de costumbre empecé con los piropos. Me estrellé. Esta nueva generación piensa que decirles un piropo es porque quieres “algo con ellas”. Terrible pensamiento fruto de que las han piropeado hombres que luego se han aprovechado de ellas, esas decepciones las ponen a la defensiva. Se extrañan los tiempos en que los piropos eran puros, sin buscar nada por lo bajo. Todo tiempo pasado fue mejor.

Siete Semillas

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