domingo, 25 de enero de 2009

Una sombra al frente

(Dirigida por Augusto Tamayo – Perú 2007)

Cañedo: Usted merecería algo más que un ascenso, merecería un premio. Pero es usted muy tímido ante sus superiores. Si quiere llegar a ser algo, no puede quedarse callado. La verdad que a veces me jode esa actitud suya tan reconcentrada, Aet. Su orgullo envuelto en papel modesto. Usted ha entrado en un equipo de hombres que esta luchando por conquistar la unidad del país. Sucede que esa unidad tiene que hacerse a pesar de barrales, ríos, precipicios, muertes, la cordillera más jodida que felizmente ya dejamos atrás. Y los hombres que estorban. Por eso hable, discuta, contradiga, pero no se me quede callado. Y le gusten o no le gusten mis lisuras, diga usted las suyas.
Enrique: Lo haré, Ingeniero.


La Selva del Perú es un territorio al que le faltan vías de penetración, desde niño he pensado que las posibilidades para nuestro país son tremendas en ese espacio. La agricultura, gastronomía, turismo, lo exótico de su gente, tantas cosas que se pueden explotar aún más de cómo se viene dando. Y quien sabe esconde más sorpresas como alguna vez pensaron los conquistadores que ahí se encontraba El Dorado, es decir, tesoros insospechados enterrados en medio de todo ese verdor o en esas aguas visualmente tan hermosas.

La película se inicia en el inicio del siglo veinte con la llegada a Puerto Victoria, en la Selva, del Ingeniero Enrique Aet (Diego Bertie) y el Ingeniero Rodolfo Rodríguez (Paul Vega). Los mosquitos y los pantanos son lo que más abundan, además de enfermedades como el paludismo. Ellos han llegado para la construcción de una vía de penetración que llegue hasta los ríos navegables. En esa zona el Ingeniero Joaquín Cañedo (Gianfranco Brero) es el tipo que el Gobierno ha puesto para designar a quien poner a cargo del Proyecto de la construcción de uno de los puentes más importantes. Inicialmente estaba trabajando con el Ingeniero José Reyes (Carlos Carlín), pero luego de conocer a Enrique, le otorga el puesto a este último.

José se pone furioso, desde la Universidad le tiene envidia a Enrique. Promete que en el futuro se van a volver a encontrar y todo va ser distinto. Pasa el tiempo y por la crecida del río, el puente en construcción cae. El único que cae con todo y puente es Enrique, ha pensado en salvar a Rodolfo y a los operarios de la construcción, y ha sido el último en quedarse en el puente. Tras el accidente, y pasado buen tiempo siendo curado por un huesero de la Selva, Enrique regresa a Lima donde le espera su novia Doris Beltrán (Vanessa Saba), su hermano Oswaldo (Gonzalo Molina), su mamá y sus hermanas.

Enrique es un obsesionado por el trabajo, quiere volver lo más pronto a la Selva. El Gobierno le ha dado una licencia de seis meses con goce de haber, le dicen que se recupere. Y además le recomiendan que mejor se tome un viaje para que se perfeccione en el extranjero. Enrique apenas tiene tiempo de comunicarle su decisión a Doris, ella lo toma como una gran decepción. Viaja a Berlín donde se perfecciona en radiotelegrafía.

Luego de dos años regresa al Perú con un Proyecto ambicioso, la construcción de dos antenas que mediante la radiotelegrafía permitan comunicar Lima con la Selva. Muchos se oponen a esa idea loca que tiene Enrique. Al final el Gobierno lo apoya y logra construir su gran proyecto con éxito. Sin embargo a nivel del amor y la familia una sombra le ha malogrado sus planes.

Augusto Tamayo nos presenta una película interesante, de un tipo idealista que tiene sueños grandes por el bienestar de su país. Un tipo muy trabajador, consciente de sus virtudes y defectos pero que le da más prioridad al trabajo que a otros aspectos de su vida. Un Zorba sin baile y no griego, si no peruano. Lo mejor de la película son los diálogos que establece el personaje de Enrique con su hermano. Otro acierto es la variedad de buenos actores que interactúan con el personaje central, llámese Paul Vega, Gonzalo Molina, Carlos Carlin, Gianfranco Brero (corta pero demoledora buena actuación), Oscar Carrillo, Jorge Chiarella, Alberto Isola, Carlos Gassols, Carlos Tuccio y Enrique Victoria. La música utilizada perfecta en las escenas que se le necesita. Por último los paisajes y lugares escogidos. Ojo con la sorpresiva aparición de la bella Nidia Bermejo en el papel de Jacinta, que guapa esta mujer. Me gustaron las tomas hechas en la Facultad de Medicina de San Fernando (hechas de noche), en el Parque de la Exposición, el Museo de Arte, el Instituto Riva Agüero de la Universidad Católica, el Museo de Historia y la Casa de los Libertadores. Es que Lima tiene hartos escenarios para realizar toda clase de películas, sólo hay que explorarla y conocerla más.

Lo que no se integra, finalmente se desmiembra.

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